Aunque las autoridades sanitarias han determinado el uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos, lo cierto es que los lugares con mayor riesgo para contraer el virus SARS-Cov-2 (causante de la covid-19) son los cerrados, como las oficinas, colegios, talleres o industrias. Según los expertos, renovar el aire cada poco tiempo es una medida muy efectiva (y barata). En Grupo Sherco, especialistas en limpieza de edificios, te explicamos cómo hay que hacerlo y con qué frecuencia.
Según Shelly Miller, profesora de Ingeniería Mecánica en la Universidad de Colorado en Boulder, EEUU, cuya carrera se ha enfocado en controlar la transmisión en el aire de enfermedades infecciosas, la mejor manera de evitar la transmisión de este virus o cualquier otro en espacios cerrados (como oficinas) sería impedir la entrada de personas infectadas.
Pero, como esto no es posible, pues existen muchos portadores asintomáticos, hay dos vías fáciles de minimizar los riesgos: la primera es el uso de mascarillas homologadas; la segunda es contar con aire fresco en el interior mediante la circulación constante del aire viciado hacia fuera y del puro hacia adentro.
¿Fácil, verdad? Sí, pero a la hora de la verdad podemos encontrarnos con varios impedimentos.
En primer lugar los modernos sistemas de ventilación y climatización mediante conductos, que pueden ser magníficos si están bien diseñados… O no, si no se usan adecuadamente o no fueron instalados correctamente (mucho cuidado con esto último).
En todo caso, es imprescindible que nos aseguremos que no están funcionando en modo recirculación. Y es que en algunos edificios se emplea este sistema circular del aire para lograr mayor eficiencia en la climatización, por lo que es muy habitual que no se renueve durante largas horas. Por cierto, tampoco deberías usar el botón de recirculación de aire en tu coche; revisa tu sistema de climatización.
En el caso de edificios con grandes ventanas, la ventilación es mucho más sencilla. Basta con abrirlas cada poco tiempo, intentando crear corrientes. En caso de que esto último no fuera posible (porque sólo haya ventanas en una fachada, por ejemplo) se puede acelerar la renovación de aire poniendo en funcionamiento un ventilador de aspas enfocando al exterior, con la ventana abierta, naturalmente.
La profesora Miller recuerda que no puede haber verdadera higiene ni limpieza sin aire puro, por tanto, debemos procurar a toda costa que se produzca una circulación completa del aire en nuestra oficina cada poco tiempo.
«A medida que las personas aumentan o los metros disminuyen, es imprescindible ventilar con mayor frecuencia»
«Además de constantes ventilaciones programadas, en Grupo Sherco recomendamos como norma de higiene habitual una ventilación completa a mediodía, en el momento de pausa de los trabajadores.
Lo ideal sería aprovechar ese momento para limpiar las superficies que más se tocan con una solución especial viricida»
¿Con qué frecuencia deberíamos renovar el aire?
Teniendo en cuenta que el espacio cerrado más seguro es aquel en el que aire es constantemente reemplazado, lo ideal sería tener la ventana siempre abierta, pero es cierto que esto es inviable en ciertos climas, ahora que nos enfrentamos al frío.
Por tanto, tendremos que equilibrar el tiempo de ventanas abiertas -por nuestra seguridad y la de todos los trabajadores- con el confort o temperatura a la que se trabaje, pero siempre con el objetivo en mente de cumplir la tasa de intercambio de aire.
La tasa de intercambio de aire: una cifra a tener muy en cuenta
Esta tasa es una cifra que indica el número de veces en una hora en que el aire de un edificio es reemplazado con aire exterior –dependiendo siempre del tamaño de la estancia y del número de personas que están en ella-
Aunque los expertos consideraban que 6 cambios de aire a la hora eran ideales para una habitación de 9m2 con 3 o 4 trabajadores, en tiempos de pandemia esa renovación debe ser mayor, unas 9 veces.
Para apoyar esta afirmación, Shelly Miller cita un estudio de 2016 realizado en un hospital de Hong Kong durante la incidencia de los virus SARS, MERS y H1N1 –considerados parientes lejanos de este SARS-Cov-2-.
A lo largo de este trabajo de investigación, se redujo a mínimos la transmisión gracias a las ventilaciones frecuentes (hasta 9 veces a la hora en las condiciones antes citadas). Naturalmente, si el número de personas aumenta y/o el número de metros disminuye, el aire deberá renovarse más frecuentemente.
Y sí, todos tendremos que asumir que deberemos abrigarnos mucho más para ir a trabajar.
¿Y cómo conservar el calor, especialmente en espacios donde se trabaja sentado, sin actividad física? No ventilando de más. Existen pequeñas ayudas para ello.
La experta recomienda instalar medidores de CO2 (dióxido de carbono) del ambiente. Dado que el coronavirus se esparce en pequeñas partículas cuando hablamos, tosemos o respiramos, los niveles de CO2 nos podrán dar una pista de si una habitación se está llenando potencialmente de partículas infecciosas o si todavía disfruta de aire limpio.
«Es imposible que haya verdadera higiene ni limpieza sin aire puro. Por tanto, debemos garantizar la circulación completa del aire en nuestra oficina cada poco tiempo»
¿Cuáles son los niveles óptimos en una oficina?
Al aire libre los niveles de CO2 suelen ser de 400 partes por millón (ppm); una habitación bien ventilada tendría unos 800 ppm; sin embargo, en tiempos de pandemia, y para asegurarnos, la profesora norteamericana recomienda no sobrepasar los 600 ppm. Y, sobre todo, adquirir aparatos de calidad, con un margen de error no superior a los 50 ppm.
Y para probar su hipótesis, recurre de nuevo a otra investigación de Taiwán, concretamente en la Universidad de Taipei durante un reciente brote de tuberculosis. Los investigadores probaron que muchas de sus estancias no estaban bien ventiladas y mostraban niveles de CO2 superiores a 3.000 ppm.
Por tanto, en cualquier oficina, sea cual sea su tamaño, no deberíamos superar los 600 ppm de dióxido de carbono.
Naturalmente, aparte de la circulación del aire otra medida interesante para reducir los niveles de CO2 en las salas sería el teletrabajo rotativo de la plantilla. Si se disminuye el número de personas presentes en las estancias a la mitad o a un tercio, el aire aguantará limpio mucho más tiempo sin necesidad de ventilar.
Asimismo, Miller asegura que los purificadores de aire pueden ser una ayuda, aunque no sustituyen a la mejor opción: la circulación del aire. Estos dispositivos extraen partículas del aire y captan las bacterias y virus presentes, atrapándolas en un filtro muy denso, pero no hay que olvidar que no son infalibles.
Una buena y profunda ventilación al mediodía
Además de las constantes ventilaciones programadas –cuya periodicidad dependerá de las circunstancias de la oficina concreta- en Grupo Sherco recomendamos como norma de higiene habitual una ventilación completa al mediodía, en el momento de la pausa para la comida de los trabajadores.
Lo ideal sería aprovechar ese momento para limpiar las superficies que más se tocan (pomos, teclados, ratones, encimeras de baños, botones y puertas de ascensor, pasamanos de escaleras) con una solución especial viricida.
En Grupo Sherco aplicamos unos protocolos medidos y productos adecuadamente formulados para que ninguna zona quede sin higienizar. Este virus es especialmente peligroso y con él no vale “cualquier cosa”.
Por último, te facilitamos el último consejo de la experta norteamericana: si entras en un edificio –da igual de qué tipo- y ves demasiadas personas, demasiado calor o notas el aire cargado, da media vuelta y márchate.
Y añadimos: en cualquier reunión, de amigos o familia, pídeles que se abriguen… ¡y abre las ventanas!
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