A estas alturas ya sabemos que este virus es traicionero y que todavía estamos aprendiendo a hacerle frente. Todos pensábamos que una buena higiene, con agua y jabón, sería más que suficiente para acabar con él en nuestra oficina. Sin embargo, la OMS nos previene contra esta falsa seguridad: hace falta un buen plan de limpieza para prevenir contagios. Por eso, hemos recopilado todas las directrices de limpieza aplicables a espacios cerrados y con concentración de gente.
En primer lugar, la Organización Mundial de la Salud deja claras las diferencias entre limpieza y desinfección.
“La limpieza se refiere a la eliminación de gérmenes, suciedad e impurezas de las superficies. Este proceso no mata los gérmenes, pero al quitarlos, disminuye su cantidad y el riesgo de propagar la infección”.
¿Qué sería entonces la desinfección?
La respuesta de la OMS aclara: “un proceso orientado a matar los gérmenes de esas superficies mediante el uso de ciertos desinfectantes”.
En cualquier caso, la OMS asegura que una limpieza concienzuda previa ayuda a eliminar los agentes patógenos o reduce su concentración en las superficies contaminadas.
Por ello es un componente indispensable de un buen plan de limpieza y desinfección de oficinas.
Ahora bien, limpiar con agua, jabón (o un detergente neutro) y aplicar fuerza mecánica (cepillado o frotado) retira y reduce la suciedad, los detritos y/o la materia orgánica como secreciones y excreciones, pero no destruye los microorganismos.
Entonces, ¿por qué no desinfectamos directamente y nos ahorramos un paso?
Pues porque si no limpiáramos como paso previo, “la materia orgánica podría impedir el contacto directo del desinfectante con la superficie y anular sus propiedades microbicidas”.
Por tanto, para desinfectar adecuadamente un lugar cerrado, como oficinas, colegios, comercios, hospitales o centros de salud, «son decisivos la técnica o método de limpieza usado y la composición y tiempo de contacto del desinfectante»
El método sí importa
Toda empresa de limpieza debe tener unos protocolos propios, adecuados para cada instalación a desinfectar: no es lo mismo un colegio que una oficina.
Sencillamente, porque el uso o comportamiento de personas, superficies e infraestructuras son totalmente diferentes.
Sólo las compañías profesionales establecen un Plan de Limpieza antes de asumir la desinfección de unas instalaciones.
Exija, por tanto, unos protocolos detallados, donde se expliquen claramente la frecuencia de limpieza y desinfección de cada elemento, orden en el que se realiza, metodología, o dispositivos de apoyo (maquinaria de desinfección) empleados.
No deje nada al azar. Según la OMS, es necesario elaborar listados de superficies o elementos presentes en su oficina, comercio o colegio, pues todos ellos son susceptibles de albergar virus.
Mobiliario (mesas, sillas) paredes o paneles de techo, interruptores eléctricos, equipos periféricos de los ordenadores, otros equipos electrónicos, cables, lavabos, inodoros, grifos, espejos, pulsadores, mamparas de separación de espacios, columnas, papeleras, manillas o pomos, puertas, equipos de comedores (microondas, neveras…), pasamanos, escaleras, puertas de paso…
Y no digamos en espacios como colegios o guarderías: cambiadores, perchas, adornos (cuadros, carteles…), paredes –incluyendo rodapiés, papeles pintados, refuerzos, etc.-.
Imagina sólo por un momento la cantidad de cosas que hay al alcance de la mano de cualquier empleado (o un alumno o un profesor) todos los días.
No sirven todos los productos de limpieza
“Las soluciones desinfectantes tienen que prepararse y usarse de acuerdo con las recomendaciones del fabricante con respecto al volumen y el tiempo de contacto, porque una dilución incorrecta (muy alta o muy baja) puede menguar la eficacia”, apunta la OMS.
Pero es más, las concentraciones elevadas aumentan la exposición de los usuarios al compuesto químico y también pueden dañar las superficies.
“Se aplicará una cantidad del desinfectante suficiente para humedecer las superficies, pero estas no se pueden tocar durante un tiempo para lograr inactivar los agentes patógenos”.
O sea, es necesario un tiempo de exposición.
«Las soluciones desinfectantes tienen que prepararse y usarse adecuadamente, porque una dilución incorrecta -muy alta o muy baja- bien puede ser perjudicial para la salud, bien puede menguar la eficacia del producto»
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